domingo, octubre 21, 2012

Fin de semana


(Ocurrido los días 19, 20 y 21 de Octubre de 2012)


La tarde del domingo se vuelve más tediosa a medida de que el sol nublado se oculta ya por las lineas rectilíneas de la ciudad. Acabo de acabar de estudiar en una sesión maratoniana desde esta mañana. Y yo que me escapé de los estudios para no hacer exámenes. ¡Valiente listo estoy hecho! Mi primer fin de semana completo en la capital toca a su fin. El terminar amargoso y gripal no empaña las buenas sensaciones. 


El Milford, un lugar distinguido para gente distinguida
El viernes por la tarde me di cuenta de que hacía frío. En mi aturullado viaje para instalarme no hay ninguna chaqueta o abrigo para ponerme. Pensé entonces en ir a un Decathlon, porque las cosas son baratas y hay cosas de mi talla. Había quedado con Ramón a las 9, en la puerta del McDonald´s de Montera. Me fui un poco antes y sin marearme demasiado por esos laberínticos pasillos del Metro me planté en la Castellana. Debería hacer caso a los comentarios de la gente en internet. Era un tienda dedicada al golf (eso ya lo sabía) pero es que el caso es que no es que no tuvieran lo que buscaba, sino que mi talla no figura en los estándares de los jugadores de golf, parece ser. Yo sólo quería un humilde chubasquero de guerrilla. En fin. En un alarde de no equivocarme en los trasbordos y de rapidez, conseguí llegar a tiempo a mi cita con Ramón. Ramón es un viejo amigo de los blogs. Al principio fuimos “enemigos” y después, debido a gustos comunes y sensibilidades semejantes ante lo dandee y lo victoriano, llegamos a ser hermanos de pluma. Como le había comentado que quería un sitio rancio, me llevó a un sitio que no me acuerdo como se llama, pero que estaba bien. Música ratonera, menos cuando llegaron unos jevis, que cambiaron de palo. A nosotros, plim. Saboreábamos las bravas y charlábamos de nuestras cosas. Tuve que pedir una ración de ensaladilla porque estaba “esmayao” y el Ramón sólo comió pan. La primera vez que nos citamos para conocernos lo hicimos en el simpar Milford, un sitio increíble en los que ejecutivos con traje bebían gin tonics exóticos en copas de balón.La viejas enjoyadas, cortadas por el patrón de Carmen Franco, tomaban café. Era un sitio extraño y maravilloso. Estábamos fuera de lugar, sin duda, pero nadie nos miró con cara rara. Muy al contrario de donde fuimos después de la ensaladilla. Tampoco recuerdo como se llama, pero era un sitio anclado en el tiempo. En 1987, concretamente, con mesa de billar americano, olor a meados y baldosines rotos con asientos de eskay repujado. Sonaba Kiss Tv a todo trapo. El sitio no estaba mal del todo. Pero a través de amistades comunes de Ramón, coincidimos con un señor muy moderno, que se dignó a dirigirnos la palabra, incluso se atrevió a hacer especulaciones sobre si éramos hermanos. Cuando llegaron la gente que esperaba, nos miraron de una forma rara. Nosotros, como es costumbre hablábamos de paleontología y esas cosas, y los tipos estos nos compadecían. ¿Cómo se puede ser tan rancio? -se preguntarían-. Los hipsters estos de baratillo sólo creen en lo vintage, no en lo antiguo. Allá ellos. Luego fuimos paseando hasta Atocha, donde cogí el metro para volver a casa. El triásico, las glaciaciones y Werner Herzog fueron tratados con ligereza, aunque no faltando a la verdad.
Por la mañana ordené y limpié mi habitación. Los días anteriores había estado ocupado escribiendo esto. Después me cogí el Metro para llegar a la KDD del Club Luchana. 

Tinín con sus regalos y sus amigos
Niño Murga, que es hijo mío, y es un muñeco de goma, para celebrar que habíamos llegado a Madrid, puso un evento en internet. Como es nuevo en estas cosas, pues no pudo poner de acuerdo a la gente demasiado bien, y encima el tiempo era chungo. Para salvar la situación Ángel y Hugo tuvieron la idea de celebrar el cumpleaños de Tinín, un rubio, también de goma, que bien podía haberse llamado Oskar Matzerath, pues tiene siempre tres años y toca el tambor. Además es un poco cabrón también. Pues allí quedamos, pues, en la casa de los padres de Tinín. La cosa estuvo muy bien, una quedada luchanera en toda regla. Fuimos llegando con cuentagotas, es igual nos fuimos yendo. Hablamos de cosas muy importantes, como el bidé, la relación que teníamos los unos con los otros, y los muñequines con otros muñequines... incluso se hablo de muñequines con personas. ¡Una cosa muy rara! Acudimos Cristina con Moroco Coco, yo con Niño y Ansiolina. Tinin esperaba regalos. Después llegaron Ana Nieto y su compañera de piso Gabriela. También Elena. Al final y procedentes de una boda, Jimina y Enrique. Esta vez B.b. Raro se quedó en casa.
Están todos lo que son pero no están todos los que están. Si, es un lío
(Foto: Ana Nieto)

Casi que nos habíamos comido todo los gañanes que estábamos desde el principio, así que los anfitriones pusieron una pizza al socarrat, y vimos unos youtubes proyectados en la pared que parecía un cine, nen. Ya iba tocado del ala y no sé si parecí autista por momentos. Todos fueron divertidos, pero uno que no había visto y que me gusto bastante fue este, en el que nos enteramos porque PabloVázquez es tan malo con Usu Ario. Lo malo es que me dolía la garganta y la nariz ya me moqueaba un poco y no podía reírme sin parecer Patán, el perro de Pierre Nodoyuna.

¿Cine Club Verona?

Cuando he despertado esta mañana la cabeza hacía runrún y me dolían un poco las articulaciones... aún así he seguido con mi tarea de hacer un resumen claro y diáfano del primer tema del Máster. Me he tirado más de cuatro horas mirando y repasando, y entre la poca costumbre y la enfermedad incipiente, me hallo hecho cisco. Pero bueno, benditas sean las clases por la tarde, aunque mañana... ¡haya examen! Creo que me moriré pasando exámenes. No me libro de ellos, pero eso es ya otra historia. 
Pronto más en LA CIUDAD NO ES PARA MÍ, un irregular blog de Mameluco.

2 comentarios:

  1. Irregular comentario el mío,para decirle que le sigo irregularmente, pero le sigo, ea. No deje de darnos sus crónicas irregulares, que dan mucho gustirrinín.

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    1. Ahora estoy en otra actualización.
      ¿Al pavo se lo mando a Leuret o a Acseuh? ¡Qué obediente es usted, pardiez!

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Ponga lo que ponga, Mameluco agradecío